Como la causa más común de ampollas es por roce o fricción repetitiva, el lugar más frecuente donde se forman son las manos y los pies. En el caso de las manos, las personas que incurren en hacer tareas o deportes para los cuales no tienen su piel acostumbrada, el trauma repetitivo causa que la epidermis se despegue de la dermis subyacente. En esta separación se acumula líquido que hace que se forme la ampolla. Si el trauma es muy intenso o muy prolongado el techo de la ampolla puede romperse y crear una erosión o llaga, habitualmente dolorosa.
Este tipo de situación ocurre en personas que manejan herramientas de mango como rastrillos, machetes, martillos, destornilladores y otras herramientas similares. Ocurre además en deportes de raqueta como el tenis o en el gimnasio con las pesas. Deportes en los cuales se cambia de dirección bruscamente como el tenis y el baloncesto o disciplinas que se practican descalzo como las artes marciales causan con frecuencia ampollas en los pies.
Aun sin llevar una vida tan activa, basta con comprar un par de zapatos que estén demasiado ajustados para que en las áreas donde hay roce se forme una ampolla por fricción. Por eso, es recomendable comprar zapatos durante la tarde cuanto los pies pueden estar ligeramente hinchados. Es importante además probarse los zapatos en ambos pies y caminar un poco dentro de la tienda para estar seguro que quedan cómodos. Es aconsejable no usar el mismo par de zapatos por varios días consecutivos para evitar un roce prolongado en el mismo lugar. Alternando el par de zapatos que usamos nos permite «molestar» el pie en diferentes lugares y así, evitar trauma excesivo y prolongado en el mismo lugar.
Las ampollas por fricción son las más comunes pero no son la única causa de ampollas en la piel. Quemaduras por exceso de sol así como las provocadas por substancias o superficies calientes (quemaduras térmicas) o las causadas por algunas substancias químicas irritantes pueden producir ampollas dolorosas.
Algunas infecciones, tanto bacterianas así como las causadas por algunos hongos, pueden formar ampollas. El virus del herpes, de los cuales existen diversos tipos, son responsables de infecciones como la varicela, la culebrilla, y el herpes labial (véase la foto) o genital, todos las cuales se caracterizan por la presencia de ampollas. Picadas de insectos o contacto con aguavivas o corales de fuego pueden provocar también ampollas e inflamación.
El contacto con algunas plantas como el limón, perejil e higos, seguido de exposición al sol puede provocar reacciones ampollosas que llamamos fitofotodermatitis. Reacciones adversas a medicamentos tópicos y orales pueden provocar reacciones alérgicas que se pueden manifestar con ampollas, en casos severos. Estas reacciones pueden ser localizadas a un área pequeña de la piel donde ocurrió el contacto o a veces pueden ocurrir en forma generalizada, como cuando se deben a medicamentos ingeridos oralmente. Estos últimos casos pueden ser una verdadera emergencia médica y requerir hospitalización.
Todavía más raro pero no menos importante son varias enfermedades autoinmunes, en las cuales el cuerpo se ataca a sí mismo por error. En estos casos, el ataque inmunológico destruye los mecanismos o estructuras que mantienen las células de la epidermis unidas entre sí y esto provoca que se formen ampollas, cuyo techo puede ser firme o sumamente frágil dependiendo de la profundidad a la que se separa la epidermis. En algunos casos la ampolla se rompe tan fácil que lo que se aprecia generalmente son llagas. Estos pacientes requieren una evaluación minuciosa por un dermatólogo así como biopsias y otras pruebas especializadas para confirmar el diagnóstico. Dependiendo de la variante de la enfermedad en cuestión, algunos casos podrían resultar muy peligrosos, especialmente en pacientes mayores o debilitados o si no reciben los medicamentos adecuados.
Guías generales de tratamiento
Para evitar las ampollas de fricción, la recomendación general es utilizar equipo protector adecuado tales como guantes o vendajes acojinados que minimicen el roce. En el caso de los pies, el uso de medias deportivas y calzado apropiado para la actividad que se lleva a cabo ayuda grandemente a evitar ampollas. El practicar una actividad o deporte con la debida frecuencia causa que la piel de esos lugares de fricción se torne firme o callosa y esto evita que se formen ampollas.
En términos generales, es preferible no romper el techo de la ampolla pues esto deja un portal abierto por donde pueden entrar otros tipos de microbios y complicar más el cuadro clínico.
Sin embargo, si el líquido dentro de la ampolla está muy tenso y es doloroso, como puede ocurrir en la planta de los pies, se puede pinchar la base con un alfiler o una aguja debidamente desinfectados para vaciar el líquido y descomprimir la tensión pero sin tratar de romper o quitar el techo de la ampolla para que este siga protegiendo la piel subyacente. Es recomendable además aplicar algún tipo de antibiótico tópico y un vendaje que proteja el área de infección. El vendaje sirve a la vez de amortiguador al roce o la presión.
Cualquier otra ampolla que se forma sin aparente trauma debe ser evaluada para identificar su origen y el mejor tratamiento a seguir. Como has leído aquí en forma simplificada, pues la lista de causas es aún mayor, no todas las ampollas tienen un mismo origen y algunas pueden ser muy importantes. Consulta a tu dermatólogo(a) con prontitud para evitar complicaciones innecesarias.
En términos generales, es preferible no romper el techo de la ampolla pues esto deja un portal abierto por donde pueden entrar otros tipos de microbios y complicar más el cuadro clínico.
Sin embargo, si el líquido dentro de la ampolla está muy tenso y es doloroso, como puede ocurrir en la planta de los pies, se puede pinchar la base con un alfiler o una aguja debidamente desinfectados para vaciar el líquido y descomprimir la tensión pero sin tratar de romper o quitar el techo de la ampolla para que este siga protegiendo la piel subyacente. Es recomendable además aplicar algún tipo de antibiótico tópico y un vendaje que proteja el área de infección. El vendaje sirve a la vez de amortiguador al roce o la presión.
Cualquier otra ampolla que se forma sin aparente trauma debe ser evaluada para identificar su origen y el mejor tratamiento a seguir. Como has leído aquí en forma simplificada, pues la lista de causas es aún mayor, no todas las ampollas tienen un mismo origen y algunas pueden ser muy importantes. Consulta a tu dermatólogo(a) con prontitud para evitar complicaciones innecesarias.
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