Dermatología y Cambio Climático: ¿Cómo Afecta Nuestra Piel el Entorno Global?
El cambio climático no solo tiene impacto en el medioambiente y los ecosistemas, también influye de manera directa en la salud de nuestra piel. Con el aumento de las temperaturas, la mayor exposición a radiación ultravioleta y los cambios en la calidad del aire como el polvo del Sahara, o los microplásticos que repiramos, la dermatología enfrenta nuevos retos en el cuidado de los pacientes no solo en Puerto Rico.
Radiación ultravioleta y cáncer de piel
El adelgazamiento de la capa de ozono y el aumento de la radiación solar elevan el riesgo de desarrollar cáncer de piel, incluyendo el melanoma. Además, los climas más cálidos y soleados fomentan actividades al aire libre, lo que se traduce en más exposición solar acumulada a lo largo de la vida.
Alergias y enfermedades inflamatorias
El aumento de la polución y la presencia de partículas en el aire agravan enfermedades como la dermatitis atópica, el eccema y la psoriasis. También se ha observado un incremento en la frecuencia de alergias cutáneas, debido a contaminantes ambientales que alteran la barrera natural de la piel.
Enfermedades infecciosas emergentes
Los cambios en el clima también favorecen la expansión de insectos vectores como mosquitos y garrapatas, que transmiten infecciones con manifestaciones cutáneas (ejemplo: dengue, chikungunya, enfermedad de Lyme). Esto plantea un nuevo desafío en regiones donde antes estas condiciones eran poco frecuentes.
Deshidratación y envejecimiento cutáneo
Las olas de calor y la baja humedad relativa aumentan la pérdida de agua a través de la piel, lo que conduce a resequedad, irritación y envejecimiento prematuro. La población más vulnerable son los adultos mayores, una porción cada vez más alta en Puerto Rico y los niños pequeños.
¿Qué podemos hacer?
Aunque el cambio climático es un fenómeno global, existen medidas individuales que ayudan a proteger la piel:
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Uso diario de fotoprotector solar de amplio espectro.
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Preferir ropa ligera y protectora en actividades al aire libre.
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Mantener una hidratación adecuada, tanto interna como con cremas emolientes.
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Estar atentos a nuevas enfermedades cutáneas que puedan aparecer en nuestra región del Caribe.
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Promover hábitos sostenibles: uso de protectores solares “reef-safe”, reducción del consumo de plásticos y apoyo a iniciativas ambientales sensatas.
Conclusión
La relación entre cambio climático y salud cutánea es un área emergente en dermatología. Comprenderla no solo ayuda a proteger la piel en el presente, sino también a prepararnos para los desafíos del futuro, que no luce prometedor. La piel, como frontera entre nuestro cuerpo y el ambiente, es un reflejo directo de cómo los cambios globales afectan nuestra salud.
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