El Daño del Cigarrillo en la Piel: Una Razón Más para Dejarlo
El cigarrillo no solo afecta los pulmones y el corazón. Su impacto en la piel es evidente y muchas veces irreversible. Fumar acelera el envejecimiento cutáneo, debilita la circulación y daña la elasticidad de la piel, dejando huellas visibles, sobre todo en el rostro.
¿Cómo afecta el cigarrillo la piel?
El humo del tabaco contiene más de 4,000 sustancias químicas, muchas de ellas tóxicas. Estas generan efectos negativos como:
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Vasoconstricción: la nicotina estrecha los vasos sanguíneos de la piel, reduciendo la llegada de oxígeno y nutrientes esenciales.
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Estrés oxidativo: los radicales libres dañan el colágeno y la elastina, fibras responsables de la firmeza y elasticidad de la piel.
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Cicatrización deficiente: la reducción del flujo sanguíneo enlentece los procesos de reparación cutánea.
Envejecimiento del área perioral (“código de barras”)
Uno de los signos más característicos del fumador crónico son las arrugas verticales alrededor de los labios, conocidas popularmente como “código de barras”. Estas aparecen por dos razones principales:
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Daño estructural: el tabaco degrada el colágeno y elastina de la piel, favoreciendo la formación temprana de arrugas.
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Movimiento repetitivo: el gesto de inhalar el cigarro contrae repetidamente los músculos periorales, acentuando aún más las líneas.
Este doble efecto produce un envejecimiento prematuro muy visible en la zona de la boca, acompañado de piel más seca, pérdida de volumen y tono apagado.
Otros efectos visibles del tabaco en la piel
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Coloración apagada y falta de luminosidad (“piel de fumador”).
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Mayor riesgo de cáncer de piel, especialmente carcinoma escamoso.
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Mayor flacidez, sobre todo en mejillas y mandíbula.
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Cicatrización lenta, importante en procedimientos dermatológicos y estéticos.