Podríamos visualizarlos como un huevo pues tienen una cápsula o "cascarón" externo y dentro contienen un material sebáceo espeso. A veces se aprecia un poro externo de color oscuro en su superficie pero a veces parecen estar completamente sellados e incomunicados con el exterior. Usualmente se pueden mover libremente debajo de la piel.
Las sitios más propensos del cuerpo donde suelen desarrollarse son:
- Cara y cuello
- Cuero cabelludo
- Espalda
- Pecho
- Genitales
Sin embargo, hay una buena probabilidad que crezcan o que se infecten provocando que se inflamen, se tornen sensibles o dolorosos, lo que requiere intervención médica de inmediato. En muchos casos, la razón mayor que esto ocurre es porque se recibe trauma o la persona trata de exprimirlos.
Es ese caso, como la mayoría no tiene una conexión abierta a la superficie, se rompe la cápsula o pared permitiendo que pequeñas cantidades del sebo se salgan fuera de la cápsula, dentro de la piel. Esto provoca a su vez un proceso inflamatorio severo en el cual además se introducen bacterias que alteran el sebo. Estas bacterias convierten el sebo en una especie de secreción purulenta y maloliente.
El dermatólogo puede en esos casos prescribir antibióticos que erradiquen por completo la infección e inflamación del quiste. En algunos casos se les inyecta una solución de cortisona para bajar la inflamación antes de drenarlos u operarlos. Cuando la inflamación ha cedido, se procede entonces a infiltrar anestesia local y se hace una escisión, asegurándose que se remueve toda la cápsula y su contenido, para evitar que pueda formarse nuevamente.
Recuerda siempre no rascar, apretar o presionar estos quistes para evitar complicaciones. Si observas cualquier nódulo o crecimiento en tu piel, es importante que te evalúe un(a) dermatólogo(a) y determine el mejor curso a seguir.
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