Unas son más largas, otras son más activas; unas nos dan placer y otras nos pueden herir profundamente. Sí, se trata de la «sinhueso», es decir, la lengua. Mientras está saludable, raras veces nos preocupamos por ella. Sin embargo, puede ser afectada por un sinnúmero de situaciones, enfermedades y crecimientos que van desde problemas muy simples hasta algunos que pueden resultar serios. La Dermatología es una de las ramas de la Medicina que participa en la salud oral y la de las membranas mucosas, tanto de la boca como del área genital.
El tejido de la lengua y la cavidad oral está diseñado para sanar y repararse a sí mismo rápidamente, lo cual es un gran beneficio en salud, pues la lengua está sujeta a mucho trauma mecánico al masticar, en los deportes de contacto, por accidentes o por diversos tipos de prótesis orales que a veces no quedan bien adaptadas.
Por el contrario, esa misma velocidad alta de multiplicación y recuperación de sus células obra en forma negativa cuando se administran diversos tipos de quimioterapia. Estos medicamentos contra el cáncer atacan las células de un tumor, que se multiplican también rápidamente, con la idea de causar más daño al cáncer que a nuestros tejidos saludables. En estos casos, la quimioterapia no solamente afecta al tumor sino a otros tejidos normales que se reproducen rápido, lo que puede provocar numerosas ulceraciones dolorosas en la cavidad oral y la lengua.
La lengua suele ofrecer
información importante al clínico mediante su color y apariencia en lo que respecta
a diversos tipos de infecciones bacterianas, virales o fungales en el
cuerpo que manifiestan características peculiares en la lengua. Algunas
de estas son la enfermedad de Kawasaki, herpes oral primario,
candidiasis, virus de Epstein-Barr, fiebre escarlatina y sífilis, entre otras.
La lengua puede ser también blanco de diversos tipos irritación o de alergia de contacto, ya sea a alimentos o a substancias químicas usadas en pastas dentales, enjuagadores bucales, dulces, goma de mascar y otros productos de aseo personal. Muchos medicamentos orales pueden provocar alergia y además de producir erupciones en la piel, pueden provocar reacciones alérgicas en las membranas mucosas y la lengua. A todas estas situaciones en que la lengua se inflama, por la razón que fuere, le llamamos glositis.
La lengua normal suele tener un color rosado y una textura algo áspera que se compone de numerosas papilas de varios tipos las cuales contienen los sensores o receptores para el gusto. Algunas áreas de la lengua están mejor adaptadas para diversos sabores pero en realidad, todas las partes de la lengua pueden percibir cualquier sabor, a diferencia de lo que muchos piensan. Deficiencias nutricionales, especialmente de la familia de la vitamina B, pueden provocar que la lengua adquiera una superficie extremadamente lisa llamada glositis atrófica.
En el caso opuesto, algunas lenguas desarrollan una apariencia fisurada con diversas grietas, las cuales no tienen importancia médica excepto en la medida en que pueden acumular residuos de comida y provocar irritación o mal aliento (halitosis). A esta se le conoce como lengua escrotal o plegada. Otra variante común que puede asustar al paciente y sin embargo no tiene importancia seria es la llamada lengua geográfica o glositis migratoria benigna. Su causa no está clara pero la apariencia es de áreas suaves alternando con áreas más rojizas que asemejan un mapa como si fueran islas de un archipiélago.
Si la lengua se torna negruzca es posible que hayas ingerido algún medicamento conteniendo bismuto como Pepto-bismol®. Hay otros factores que pueden causar unos cambios oscuros en la lengua con prominencia de las papilas filiformes que dan una apariencia aterciopelada a la lengua, la llamada lengua peluda. Algunos de estos factores pueden ser el tabaquismo, una boca seca por diversas razones y pobre higiene oral.
La lengua puede ser también un terreno fértil para diversos tipos de tumores, tanto benignos como malignos. En la lengua pueden ocurrir pequeños crecimientos que se llaman fibromás orales así como algunas verrugas causadas por el virus de papiloma humano o VPH.
El VPH o HPV, por sus siglas en inglés, es realmente una familia de más de 150 tipos de este virus. Algunos de estos, como el tipo 16 o 18, pueden producir lesiones pre cancerosas y cancerosas en la lengua, cavidad oral, la cerviz o cuello uterino y el área genital.
Esos riesgos son aún más comunes en fumadores. Como es de conocimiento general, los fumadores, aunque no padezcan del VPH, son más propensos a cánceres en la cavidad oral y la lengua. Lesiones tempranas de estos problemas se pueden manifestar como áreas blancuzcas llamadas leucoplaquia. Claro está, la lengua puede tener áreas blanquecinas por otros factores benignos tales como trauma, enfermedades como líquen plano e infecciones por algunos tipos de hongo como la candidiasis (moniliasis) conocida también en Puerto Rico como «sapo».
Existen además otras causas de ulceritas recurrentes en la boca, las llamadas aftas, que no son infecciosas ni contagiosas. Por otro lado, hay enfermedades poco comunes como el pénfigo vulgar o el líquen plano ampolloso que pueden provocar lesiones ulceradas en la cavidad oral y la lengua y que son importantes detectar en su fase temprana. Algunas de estas enfermedades también pueden afectar la piel pero pueden aparecer inicialmente en la lengua o la cavidad oral.
Hay ocasiones en que la lengua o la cavidad oral arde sin aparente causa y sin que se aprecie irritación o alguna erosión. Estos casos pueden ser difíciles de ayudar y puede haber un componente de depresión o estrés asociados. Deficiencias nutricionales como de vitamina B12 también pueden causar esta sintomatología.
Esta ha sido solo una degustación muy simple de toda la gama de problemas que pueden ocurrir en la lengua. Cómo has leído, algunos de estos cambios, aunque llaman la atención o pueden causar preocupación, no tienen importancia médica seria. Puedes leer además otros datos curiosos e interesantes sobre la lengua AQUÍ.
Si notas cualquier cambio que te preocupa, no vaciles en consultar con prontitud a tu dermatólogo. Mediante un buen historial, un examen clínico minucioso y a veces ayudados por una biopsia, en la inmensa mayoría de los casos se establece un diagnóstico certero y se te puede ofrecer el mejor tratamiento disponible o la tranquilidad de saber que no es nada peligroso.
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