Si pudiéramos hacernos diminutos y camináramos un poco sobre nuestra piel nos aterraríamos al ver el sinfín de bacterias, hongos, ácaros y otros microbios microscópicos, es decir, que no podemos ver normalmente a simple vista. Sí, es que nuestro cuerpo, no sólo nuestra piel, alberga un conjunto de microbios en muchas partes del cuerpo como la piel, los pulmones, el intestino, los genitales, a los que, en conjunto, llamamos el microbioma.
Esta población, que puede variar bastante de persona a persona y varía aún más de acuerdo al área anatómica, la edad, el peso y otras variables, determina en muchas formas cómo reacciona nuestro organismo y nuestro sistema inmunológico ante los diferentes estímulos del medio ambiente.
Más aún, este microbioma, que es necesario para el funcionamiento adecuado de nuestro organismo, puede alterarse fácilmente por cambios en nuestra dieta, el uso de antibióticos, el clima y muchos otros factores. El microbioma puede alterar como se comportan o manifiestan diversas enfermedades, puede activar algunas enfermedades y se cree que hasta provocar algunas enfermedades. Hay muchos más genes contenidos en todos estos microbios que los que tenemos de nuestros padres. El microbioma controla tanto nuestro organismo que se le llama el segundo genoma.
Por otro lado, el microbioma nos ayuda a evitar que microbios patógenos se alojen en donde no corresponden, nos ayudan a digerir muchos alimentos para los cuales no tenemos las enzimas necesarias y muchas otras funciones más.
Todavía la medicina moderna apenas comienza a entender mejor esta compleja interacción de ese ecosistema que formamos con nuestro microbioma y cómo podremos modificar este a nuestro favor para ayudar a regular y controlar algunos padecimientos.
Nuestro entorno está lleno además de miles de tipos de ácaros, algunos de los cuales viven en nuestro cuerpo especialmente dentro de los folículos pilosos. Habitualmente, viven en equilibrio con nuestro cuerpo y no producen enfermedad alguna. Sin embargo, hay alguna evidencia que en ocasiones estos ácaros pueden causar inflamación de los folículos y también agravar o desencadenar la rosácea, una enfermedad muy común que afecta el rostro y los ojos.
Hay otros ácaros que causan enfermedades infecciosas como la sarna humana, llamada también escabiosis. En estos casos, la hembra del ácaro crea un pequeño túnel debajo de la piel y deposita sus huevos. Estos, al germinar, continúan multiplicándose y causando picor y peligro de contagio a las personas que entran en contacto cercano con la persona afectada.
Otros ácaros comunes son el llamado ácaro del polvo que se asocia frecuentemente a provocar alergias respiratorias como la rinitis alérgica y el asma.
Precisamente, la FDA acaba de aprobar un nuevo medicamento tópico para la rosácea que funciona a base de combatir el ácaro del folículo de pelo en los humanos llamado Demodex folliculorum. Es una versión en crema al 1% de un medicamento que ya se ha usado oralmente para el tratamiento de escabiosis y piojos. Se va a llamar Soolantra® (ivermectin) y promete ser otra herramienta más para el dermatólogo en el manejo de algunos tipos de rosácea.
Para comprender mejor la rosácea, los factores que la empeoran y las diversas alternativas de
tratamiento puedes acceder mi artículo: La Rosácea - Una enfermedad con muchas caras.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Gracias por darnos su opinión sobre este artículo.